miércoles, 16 de noviembre de 2011

Firma disco en Madrid Pablo Alborán


Le gustaba la sensación de pasear por las calles, buscando objetivos para inmortalizar con su cámara.

Sentir la sensación de que controlaba el tiempo como si su cámara de fotos fuera la varita mágica que contiene el poder de pararlo.

Ese día estaba a las puertas de un centro comercial, no fue como otras veces, esta vez fue allí con el propósito de tratar de conseguir algo más que una mirada del objetivo fotografiado. Era inmortalizar en su memoria el momento del encuentro, de su sonrisa, de un minuto de su atención y llevarlo consigo para siempre, poder conservarlo.

Respiraba profundo se notaba la tensión, el cariño, la emoción y millones de sentimientos encontrados. Los suyos y los de más de 100 personas que como ella estaban apoyadas en el cristal de los escaparates esperando que ocurriera ese momento mágico.

La espera hizo que sus pasos se dirigieran el principio, al origen del caos. Fue en ese momento cuando estando allí en frente con su gabardina blanca y su bufanda, levanto los brazos y enfoco la cámara para obtener al menos uno de los momentos deseados, la mirada.

Una punzada de remordimiento le robo la voluntad, otros brazos le rodeaban fundiéndose en un largo abrazo y dejo que esa mirada se escapase, dando paso a la tristeza y a la desilusión que le producía el momento. Fue entonces cuando comprendió que había algo que no estaba bien organizado, que cada persona parecía absorberle el alma con cada beso y con cada abrazo y que su momento mágico no llegaría, que debía retomar sus pasos de vuelta al hogar.
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Como pasa el tiempo....

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