miércoles, 14 de diciembre de 2011
foto de la web http://www.deia.com



Mario se despertaba a las 6 como cada mañana, a estas alturas de la vida no le hacía falta despertador para saber que era hora de poner un pie en el suelo.

Le encantaba hacer café, era su especialidad, como decía su mujer Carmina. Adoraba que la casa se inundara con ese aroma maravilloso del mejor café recién hecho. Siempre le había parecido el mejor empiece a un largo día de trabajo, aunque desde que se jubiló su estatus social pasó a ser aburrido y monótono.

Aquel día no iba ha ser una excepción, en 80 años nunca lo fue, había que empezar bien el día. Se dispuso a coger la cafetera y a preparar café.

Carmina siempre se quedaba un rato más en la cama aunque estuviera despierta le encantaba disfrutar del 1.35 para ella sola, aunque solo fuera unos minutos antes de levantarse. Fue en ese momento cuando escucho un extraño ruido en la cocina, se levanto a ver que pasaba.

Sentado en una silla, llorando y con la cafetera en el suelo fue como encontró Carmina a Mario.

-          Pero…¿Qué ocurre, que te pasa?
-          No me acuerdo…, no se como ha pasado…, pero no se como se hace… -le dijo entre sofocos.
-          No te acuerdas ¿de que?
-          ¡De cómo se hace café! De que tengo que hacer para que salga el café…

Mario estallo en un llanto desesperado, querer y no poder recordar es algo que acababa de experimentar por primera vez, no sabía que le ocurría estaba aturdido y muy asustado. Desesperado.  No hubo más palabras. Se abrazaron intentando darse consuelo el uno al otro, pero ya sabían que sus vidas habían empezado a cambiar. 

Ella tuvo la certeza que le esperaba un duro camino y una gran guerra contra una enfermedad que nunca pensó que llamaría a sus puertas.
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