lunes, 1 de octubre de 2012

Foto de klownsasesinos.com 
 

Empezó a notar el cansancio acumulado del día, cuando por suerte cayó en el asiento vacío y precalentado por otro. 

El suave traqueteo del tren la inducía a un sueño profundo,  donde ella podía ser la protagonista de la historia. Aunque se resistía a dejar abandonado su cuerpo en el vagón de un tren, sin la tutoría de la razón a su cuidado.  Abría los ojos, los cerraba, intentando ganar la batalla que casi antes de empezar prácticamente la tenía perdida. 

Intentó distraerse mirando a la gente del vagón. Al que lee ajeno a la charla del que permanece a su lado, a la que critica el vestido estampado de la chica de enfrente que va escuchando música ajena al chico… extraño de su derecha. 

Un chico que le llamo la atención desde el primer momento en que le vio. Flaco como un saco de huesos, de piel blanca como la porcelana que contrastaba con su camiseta negra sin dibujos, sus pantalones y su chaqueta hasta los pies de color negro azabache. Su pelo rubio y rizado caía por su cara dejando solo al descubierto una delgada línea rosada, su boca.  

Permanecía inmóvil en el sitio, como si se tratase de una estatua. No movía ni un solo dedo del móvil que tenía entre sus manos y que con toda seguridad estaba encendido. Casi podía apostar que ni pestañeaba,  aunque no podía estar segura de ello porque no le veía los ojos. 

Fue entonces cuando empezó a disfrutar de un olor dulzón apetecible, un solo instante para mirar el cartel de la estación en la que se había detenido el tren, cuando notó una presencia a su izquierda.  Poco a poco volvió la mirada hacia al lugar vacío, donde ya ni pertenecía a la chica, ni al extraño. En su lugar se encontró con unos muy cercanos ojos color miel que la miraban insistentemente,  con una sonrisa adornada de un par de destellos  en los márgenes y una mano que le aferraba el brazo fuertemente.

Su cuerpo empezó a temblar, sus manos sudorosas no conseguían deshacerse de su fortaleza, su miedo la paralizó viendo como su final se acercaba en forma de mordida…. 

-   "Joven, despierte que ya hemos llegado al final de línea". Le informó el anciano que se sentó a su lado al iniciar el trayecto y que por suerte y para alivio de ella,  al abrir los ojos seguía a su lado.


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