jueves, 1 de noviembre de 2012

foto de la web: unavidalucida.com.ar
 

En un frio día de otoño como aquel, lo único que le apetecía era pasar la noche tapado con una manta viendo la mejor película de terror que había en el videoclub. Adoraba el suspense acompañado de su chica y del crujir de las palomitas, era el plan perfecto para una noche de Halloween.

El silencio y la tenue luz ayudaban al ambiente de tensión que poco a poco la película había generado en el salón. En una de esas escenas,  Nicolás dejó suspendida la mano llena de palomitas en el aire, abrió los ojos tanto como pudo y aguardó impaciente bajo el suspense de la inquietante música la resulución de la escena. Pum, pum”, las palomitas saltaron por el aire a la vez que Nicolás. 

     - ¡Dios mio, que ha sido eso!
   - Cariño tranquilo, es la pelicula. Da miedo ¿eh?, pero... ¿que te pasa Nicolás?- le pregunto Ana cuando le miró a la cara y le vio pálido como la espuma.
     - Es que... mi... mira allí.  

Le contestó señalando la ventana con el dedo tembloroso y los ojos desencajados. Al volver la mirada al lugar que le señalaba, vio una sombra en forma de pico que se movía como si estuviera impaciente por entrar en el salón. De nuevo escucharon el mismo ruido sordo en la ventana. De un brinco los dos permanecieron abrazados y de pie en el maltrecho sofá.

-Nicolás...¿porque no vas a ver de dónde viene el ruido?
-No, mejor ves tú siempre has sido más valiente…

   -Eres un cobarde, ¿porque no vamos los dos? Yo retiro las cortinas y tú coges la botella esa… - le señalo con la cabeza el florero que una vez fue una botella de agua y que ahora descansaba sobre la mesa - solo por si nos hace falta…


Con pasos pequeños y en silencio se fueron acercando poco a poco a la ventana por donde entraba la luz de la farola. Con respiración contenida, las pulsaciones a mil revoluciones y las piernas temblorosas, cada uno se colocó a un lado de la ventana. Despacio Ana empezó a descorrer la cortina, mientras Nicolás alzaba la botella y contaba tres,  para con decisión estamparla contra aquella cosa misteriosa.

-Una, dos… y…
-¡Truco o trato!

Justo a tiempo, Nicolás pudo contener la botella a tan solo unos centímetros de la cara de una niña que lleva un disfraz de bruja con una inmensa careta,  que le impedía ver por donde andaba, ambos suspiraron de alivio. Maldito Halloween, al final había tenido más suspense del que debía.


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