viernes, 2 de mayo de 2014


La mudanza fue breve, un sillón, una mesa con unas sillas, una tele de 42” y varias maletas y bolsos de viaje… eso fue todo. La verdad es que a la Gaceta le dio poco tiempo a cotillear, aunque fue el tiempo suficiente para desplegar el periódico, revolotear a su alrededor como una grulla en silencio y hasta de tomar nota de las pelusas que tenía el sofá. Ya sabes, una mujer implacable.

Al día siguiente del gran acontecimiento, la vi acechando a Merche. Iba poniendo la excusa del gas y digo excusa porque su campaña anti-timos llegó a su fin, había nuevos acontecimientos que cubrir:

- Mercheee, ¿te han hecho la revisión del gas?
-No, vinieron llamando pero no les hice caso…
- Ah ¡muy bien!, alguien cuerdo en esta calle.- fue elevando el tono de voz para que nos enteráramos todos bien- supongo que tus nuevos vecinos no tendrán gas todavía…
-Ah pues quilla no lo sé, eso do muchachos se acaban de mudá.
- Si, si, ya me di cuenta... ¿y no son un poco raritos?
- ¿Raritos?
- Si hombre, se mudan los dos solos... ¿no te da que pensar?
- ¡Ea mujé!, pues algo normá.... la Lourdes me dijo que decidió alquilá el piso porque anda un poco achuchá en casa... así que hablando con sus hijos, el mayó le dijo que estos chicos se querían independizá...
- Ya independizar... mujer que te digo yo que estos esconden más, ya veras, ya...
- ¡Anda, anda! no me digas tonterías, María hija.
- ¡Pero si a primera vista se ve!
-¿Se ve el qué?
-Mujer pues que hay algo más que amistad… vamos, ¡que son guays!
- ¿Guays? ¡Ojú! que no mujé, que son solo amigos, que me lo ha dicho la Lourdes…
- Ains Merche, parece mentira… que inocente eres hija…

La abandonó, pero ya había plantado la semillita de duda. Me da a mí que en los próximos días todos vamos a pasar a ser la mar de guays...grrr

martes, 29 de abril de 2014


 


¿Sabes de esos libros interesantes, de esos que te enganchan de principio a fin que te olvidas de donde estás, de cómo estás o de lo que te ha pasado en el día? Pues uno de esos iba leyendo yo el otro día  y estaba tan sumergida, que pensé que me había pasado de estación. Así que me giré para ver el cartel a mis espaldas y allí más que el cartel, vi una mujer con las cejas verdes. Si,  como lo has leído ¡verdes!

Parpadeé  muchas veces, sacudí la cabeza pero aquello no era producto de mi imaginación no , era tangible y estaba allí sentada como la reina del vagón con las cejas verdes. Creo que esto supera todo lo que puedo encontrar en el metro… ¿o no?

Os escribo el martes, cuando me reponga de tremendo descubrimiento :S
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