viernes, 30 de mayo de 2014

Después de ver pasar una tortilla, uno puede pensar en mil cosas pero lo seguro es, que alguno iba a celebrar la Champions con una fiesta por todo lo alto… y casi apostaría a que ese alguien sería Chema, pero… ¿quién le llevaba la tortilla?

Antes de que pudiera acercarme a la ventana y asomar un palmo de mi pequeña nariz por las rejas, empezó un auténtico desfile de majares; jamón serrano, patatas fritas, cortezas, sándwiches de todos los sabores… y todo servido en platos de colores. Alguien había desbaratado la vajilla de casa, pero aún seguía sin saber quién…

     - ¡Jonathan trae el tapper de mariscos de la nevera!- ¿mariscos? .- ¡y tu Jenny, dile al Richar que saque la mesa del camping del trastero! .- ¿Mácu?, ¿Mácu  estaba metida en el ajo?.- Hombre Pepi a qué esperas, mujer tráete el café que empieza el partido.- ¿Y Pepi también? Bueno de Pepi no me extraña… sobre todo después demostrar a todos su interés futbolero en aquel vergonzoso episodio…
     -  ¡Ea, chocho! ¿ya empezó?
     - No Merche, pero dile al Manolo que necesitamos un alargador.- Pero… ¿Merche también? ¿Y qué es eso del alargador?, esto se pone interesante…
     - Hombre no faltaría nada más, ¡ea! muchacha ahora mismo lo bajamos…

Y del portal salió Merche agarrada del brazo de Manolo tambaleándose como las muñecas de Famosa, orgullosa, con su alargador en la mano. 

      - Gracias Merche, ¡Chemaaa! ¡Ya tenemos el alargador, date prisa que empieza el partido y nosotros sin el televisor!
      - Ya va, ya va, pero esto habrá que animarlo ¿no?

Empezó a sonar “We are the Champions” a todo gas, no escuchaba ni los reporteros que anunciaban el comienzo del partido.

     - Esperarme, esperarme… ¡Esteban hombre, date prisa no ves que nos lo vamos a perder!

La Gaceta corría a pasos cortos con una bufanda del… ¿del Madrid?  De hecho le adelantó Richar con la mesa de camping y una litrona de cerveza bajo el brazo. Sonaban las trompetas típicas de los hinchas, algún petardo, el murmullo general de la gente... y de repente, se hizo el silencio. Ni un ruido, por fin escuche al reportero hablar y a mi padre de fondo "¡hija que ya ha empezado!", era como si hubieran desaparecido todos ¿Dónde se habían metido?

Mi padre ya se había acomodado en el sofá de casa y había conectado el ordenador a la pantalla de la televisión,  pero yo no podía quedarme con esa duda. Así que asomé la nariz por la ventana de la cocina, que estaba más cerca y conseguí, no sin esfuerzo, ver a todos sentados en la acera, en sillas, de pie… ocupando toda la calle y mirando hacia la pared de mi portal… Entonces la vi, igual que a la tortilla,  estaba bien puesta, plana, sobre el techo de un coche, perfectamente alineada frente a un público que seguía el partido con tensión. La televisión del quiosco del Chema encima de un coche… y justo debajo la mesa de camping con todos los manjares. Estaban muy entretenidos, moviendo el bigote y viendo el partido... impresionante, ¡que estampa! creo que no veré una Champions como está y no solo porque ya es improbable que juegen dos equipos de la misma ciudad ... sino porque esto ¡no se puede superar!

¡Hijaaa que ya ha empezado y la pizza se va ha enfriar! Bueno allá vamos...


El episodio vergonzoso lo puedes leer completitio aquí  



martes, 27 de mayo de 2014


Ains! el otro día venía harta de tanto zapato, de tanto andar…es lo que tiene llevar tacones, es un suplicio pero como dicen que para estar mona hay que sufrir… En fin, lo malo es cuando los zapatos te revientan y no encuentras sitio, ahí sí, ¡terminas pareciéndote a un péndulo!. Sin embargo ese no fue el caso de nuestra protagonista.

Subía corriendo, con la lengua fuera, con el bolso en la mano y una silla a cuestas, si como lo oyes, una silla de esas de concina, de las que hacían juego con la mesa y que tienen el asiento de formica y el respaldo de barras de metal, vamos de las de toda la vida y que hoy en día, en el mejor de los casos, la encuentras en una tienda de segunda mano…

Si, así venía, con ella en la espalda y refunfuñando porque empezó a sonar el aviso de cierre de las puertas. Entró en el último momento, digna, con su silla de formica que colocó en el centro del vagón, donde se sentó y cruzó la pierna como si estuviera en medio de su salón, solo le faltó las pipas y el televisor. Lo bueno es que si o si tenía sitio, lo malo… bueno el vagón ¡estaba vacío! Así que imagínate como se quedó la poca gente que viajábamos… en fin yo la próxima me llevo la silla plegable que es mucho más cómoda de colgar al hombro.
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