viernes, 5 de septiembre de 2014
Lito está hecho un cotilla, todo lo que pasa en la calle le interesa. Las conversaciones, los juegos de los niños, los pájaros, las motos o los coches, los cuales ¡le chiflan!, no sé que pensará que son….. Hay veces que si supiera hablar creo me podía contar de todo.

Su lugar preferido es la ventana de mi habitación, supongo que es porque como está mas alta que el nivel de la calle y tiene la bandeja de folios justo al lado del cristal, hace de ese sitio un lugar ideal para no ¡perderse una!

El otro día que era muy temprano para tener la ventana abierta de par en par y le pille de esta guisa:



Así que ya ves, sea como sea no pierde ni un momento, aunque esté la ventana prácticamente ¡cerrada!



jueves, 4 de septiembre de 2014


 

Tres semanas se pasaron volando y muy a nuestro pesar llegó el final del verano y la despedida. Mis abuelos bajaban las escaleras despacio, taciturnos, siempre nos había costado separarnos pero últimamente cada vez más.

Mi padre llevaba la maleta grande, mi hermana la pequeña, mi madre los ayudaba a bajar los últimos escalones, y yo… yo los contemplaba. Veía en ellos como había pasado el tiempo, como se volvían unos niños pequeños, los echaría de menos.

-Vamos preciosa, que el coche ¡no espera!.- La voz de mi abuelo llegaba desde el rellano. Preciosa… me encantaba que me llamara así.

-¡Voy abuelo!

Eché las últimas vueltas a la puerta y cuando bajé descubrí, que allí estaban todos los vecinos para despedirse de ellos. 

La Pepí les regaló un tarro con letras grandes en el que ponía Café, supongo que desde el incidente habrá roturado bien todos los tarros. Merche y Encarni con sus respectivos maridos, les plantaron un par de besos para despedirse de ellos. Mácu les trajo un tupper enorme de macarrones con tomate y queso que todavía permanecía fresco, esta mujer… Chema se acercó junto con la Gaceta, la cual acaparó toda la atención. Para sorpresa de todos, esta les regaló el último periódicos que había utilizado para sus cotillos vecinales y que todavía permanecía calentito, sobretodo después de haberse mantenido una larga temporada debajo de su brazo. Alego que lo necesitaría para ponerlo en el corral, no se en que momento surgiría esa conversación... 

Los últimos en acercarse fueron los Guays, que ya no había duda de que lo eran en todos los sentidos, en principio pensé que mis abuelos harían alguna mueca pero no, les abrazaron con ganas e incluso se intercambiaron consejos de plantas, pero esa es otra historia…

Tengo unos abuelos tan modernos, tan geniales... no les importa ni la condición sexual de nadie, ni sus ideas, ni sus vestimentas… lo cierto es que todavía estoy tratando de averiguar cuál es su secreto,  porque mira que llevo años viviendo en esta calle, y aun así  me cuesta hacer amigos y mis abuelos se pasan tres semanas y solo les falta cartearse con ellos. Hay que ver…



martes, 2 de septiembre de 2014

Los hilos musicales del metro son geniales. Hay variedad para aburrir, te puedes encontrar desde los clásicos con violín, piano o saxo hasta los roqueros o los internacionales.

Son muchos los que cada mañana inundan los rincones del metro más o menos con música exclusiva, con pequeños carteles que ofrecen profesores a domicilio, con maletines abiertos de par en par donde se extienden toallas viejas si,  con monedas que ellos mismos han puesto. Para muchos es un pasatiempo, para otros un trabajo que empieza a las ocho y que dura tres horas, el resto del día ya lo cubrirá otro....

Los hilos musicales... ¡que sería el metro sin ellos!


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