viernes, 12 de septiembre de 2014

Lito no es mucho de celebraciones, no le gusta ni los bullicios, ni los ruidos fuertes, ni la música... se estresa y huye a lugares más tranquilos. Tan solo aparece al final de la fiesta, vamos para el postre, que es cuando asoma el hocico silenciosamente y pone esos ojillos brillantes solicitando un poco de aquel manjar dulce.

Al final se desilusiona. No porque no le hagamos caso, que ya te digo yo que por eso no es, es porque no le gusta y se va cabizbajo supongo que pensando: "mierda, porque sacan postres que me gustan".

En fin, hoy estamos de celebración y acabamos de sacar la tarta, ¿adivina quien salió por la puerta de la habitación?... exacto Lito. Un nuevo intento, pero esta vez le he hecho chantaje, si no se disfraza no hay postre... Y la verdad es que por su postre favorito hace lo que sea!! ;)



jueves, 11 de septiembre de 2014


Después de la marcha de mis abuelos tocaba recuperar el tiempo con mis amigos, con Gabi, con mi hermana… que subía las escaleras a todo correr. 

- Entra en casa y cierra la puerta ¡corre!

- Pero…

- Hazme caso ¡y entra!

Y así lo hice, entre y detrás de mi entró ella cerrando la puerta con mucho sigilo.

- ¡Me quieres explicar que demon…!

- Shhhss.- pego la oreja a la puerta, yo la miraba sin comprender.- ya podemos salir, ya se ha ido.

- ¿Quién?.- y puse las manos en jarras.

- El de Círculo de Lectores.

- ¿Cómo? ¿Tanto revuelo para eso? Venga anda, vámonos antes de que el círculo de lectores te tire los tejos con la ayuda de un libros de autoayuda.- solté una enorme carcajada, se me hacía imposible entender como mi hermana formaba tanto revuelo por un señor mayor y amable, que traía todos los meses la típica revista del cículo con las novedades.

- Si, si tu ríete, pero ese está a la caz...

- Anda, anda… vámonos que al final llegamos tarde. 

Bajamos las escaleras despacio. No teníamos ninguna prisa, guardábamos la energía necesaria para pelearnos por alguna ganga en la sección de las últimas oportunidades. Se avecinaba una buena tarde de tiendas, o al menos eso era lo que yo creía...

martes, 9 de septiembre de 2014


El otro día regresaba a casa después de un día demasiado ajetreado. La verdad es que deseaba llegar cuanto antes, porque tenía un hambre atroz. Además por si fuera poco, por delante de mí pasó una chica comiéndose algo que parecía una empanada, que tenía una pinta deliciosa y  que desprendía un aroma, mmm… Poco me faltó para parecerme a los dibujos animados, esos que van volando detrás de un delicioso bocado. 

Lo cierto que gracias a eso, el tiempo se me pasó volando y en un abrir y cerrar de ojos estaba dentro del tren, ensimismada en mis pensamientos y casi llegando a mi parada. 

No había vuelto a ver a la chica de la empanada hasta que la megafonía del tren no anunció la próxima parada. Allí estaba ella, con su larga coleta, con sus ojos oscuros, con sus mallas rosas chillón y su camiseta ajustada, lista para salir por la puerta del vagón.

- ¡Oye! Te dejas algo.- bramo una voz al fondo.
- ¡Eh! Ah… .- sonrisilla, movimiento de mano como diciendo “olvídame, no voy a hacer nada de eso…”
- ¡Ahh! no piensas recogerlo ¿verdad?
-  ….
- Qué bonito, no piensa recogerlo… ¡SERAS GUARRA HIJA DE PUTA!

Las puertas se cerraron  y la chiquilla salió como si nada. Allí en el asiento se quedó el paquete que había formado con los restos del papel de la empanada y la lata de Fanta. Fíjate que hay gente poco curiosa en esta vida, pero nunca me imaginé que fuera con tanto descaro.


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