viernes, 19 de septiembre de 2014


Tengo un gato muy listo y muy poco amigo de las fotos. El tío es escuchar el sonido de una cámara de fotos  y  es cambia de postura, esconderse o a unas malas si no tiene escapatoria, ladear la cara para que no le pilles de frente. No, las fotos no van con él. 

Muchas de las fotos  en las que sale genial, es porque le hemos pillado de infraganti o le hemos engañado, pero el tío lo que se dice posar, no posa ni en pintura. Bueno si acaso alguna vez, pero porque yo creo que piensa “venga va, pero solo una ¡eh!”. Por eso me sorprendió cuando hace unos meses se sentó en mi rodilla y se preparó para hacerse un selfie conmigo, ¡un selfie! 

Si, para mí que una de esas veces que está sentado disimulando, nos ha escuchado hablar de los selfies y ha pensado que él tiene que probar eso. Ahora como vio que es una simple foto no ha vuelto. Que no,  que no hay manera de que se haga otro selfie conmigo, asi que conservo este como un bien preciado.

Está claro, Manolo y la cámara no se llevan nada bien y no sé porque, porque mira que el tío tiene estilo. En fin misterios gatunos supongo…   

  
jueves, 18 de septiembre de 2014


- Mira ahí está, que no nos vea...

Y es que fue salir del portal y mi hermana se puso como loca a buscar al hombre del Círculo de Lectores… y lo encontró, apoyado en el marmol de la puerta del portal de más abajo. Era un chico con vaqueros negros, camisa blanca ajustada, pelo engominado y zapatos negros de punta larga… vamos lo que se dice bien maqueado.

- Pero ese no es el hombre de...

- No, claro que no, pero como no me has dejado terminar no he podido decírtelo. El otro señor se ha debido de jubilar y han puesto a este que es muy pesado. ¿Ahora me entiendes? venga vamos, no vaya a ser que nos pille.

Mi hermana tenía razón debía ser un pesado de mucho cuidado porque allí estaba con carpeta en mano intentando convencer a las vecinas de Merche que acababan de salir con la bolsa de basura. Unas chicas peruanas que vestían una especie de pantalón con estampado de leopardo, horroroso..., y una camiseta ajustada con un conejito de playboy en el medio imposible de mirar, cuya abertura en el escote no dejaba lugar a la imaginación. Por lo visto habían hecho un alto en el camino para atender aquel guaperas haciéndole ojillos y poniéndole caras de "mira que tipo tengo...",  en definitiva un espectáculo que a mi hermana y a mí nos vino de lujo para marcharnos pitando.

Sin embargo no llegamos demasiado lejos. En uno de esos despistes me choqué con David, uno de los guays, que salía con el periódico debajo del brazo del kiosco de Chema.

- ¡Ay David!, lo siento, de veras. Es que tenemos prisa y... bueno...- me quedé mirando la bolsa de plástico que había caído al suelo junto con todos los objetos que contenía.- lo... lo sient...to....- muda, aquel David que a falta de empleo ocupaba el lugar de amo de casa, estaba preparando una magnifica velada para su churri. Bueno ya me entiendes,  velas, preservativos, lubricante... en fin unas cosillas sin importancia que el pobre recogía a toda prisa y que mucho me temo no escaparon de la atenta mirada de Pepi, que casi tira la taza de café por la terraza y de la de Merche, que sus zapatillas rojas asomaban por debajo de la persiana.

- ¡Caray amigo!, usted sí que sabe... Veo que tiene intención de pasar una gran noche,  déjeme recomendarle algún libro de... bueno usted ya me entiende.- le guiñó un ojo.

Parece ser que las chicas no fueron capaces de entretener al maromo y ahora el susodicho nos ha pillado de marrón y nunca mejor dicho...

- No, gracias.

- Pero hombre, si dan muy buenos consejos y además su chica... espere, espere...- David salió pitando a la par que nosotras girábamos sobre nuestros talones.

- Oye ¿y vosotras? no queréis una novela romanticona o quizás una de misterio, no ya sé ¡una histórica! ¿eh?.- apretábamos el paso mientras el "dandi" nos perseguía.- ¡oye parar!,  que no soy un hombre tan feo como para que me ignoréis...

Mi hermana se paró en seco, giró y muy pero muy despacio le contestó.

-Bueno, eso es lo que tú te crees.

Y nos fuimos. Creo que le rompimos el corazón...



martes, 16 de septiembre de 2014




No deberíamos madrugar. No, es perjudicial para la salud... y si no mira la gente que va en el metro. Más de uno pega el ojo y se nota, lo notas sobre todo si está sentado a tu lado. 

En ese momento no hay letras interesantes, ni crucigramas difíciles, ni nada por el estilo. Tan solo estás pendiente de un voy y vengo de la cabeza del vecino a tu hombro, algo que te pone muy nervioso, que no puedes evitar, te genera ansiedad... ¡Ves! no es bueno madrugar, porque tú acabas con estrés y el vecino con el cuello ¡tronchado!


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