viernes, 17 de octubre de 2014

Con esto de tener la pata chunga, no he podido dormir en mi cama y cada noche había que montar una de muy señor mío. Pero algunos no parecía importarles, al contrario les encantaba.

El primero de ellos mi padre, que disfrutaba como un enano de ver la tele en una silla giratoria y el segundo el Manolo, que estaba deseando de que se levantara para robarle el sitio.

Oye estaba a la caza, pero con disimulo. Ahí metidito en su cesto, acurrucado con los ojos supuestamente cerrados, con las orejas tiesas... vamos como si la situación no fuera con él. Pero era levantarse mi padre a lo que fuera,  y a la vuelta el sitio ya estaba ocupado, y de que ¡manera!

Este gato además de muy listo, es un auténtico ¡robasitios! que tío...


jueves, 16 de octubre de 2014



- La operación duró cuatro horas
- No, solo una.- Encarni miró de reojo a su marido.
- Pero vamos, me tuvieron en un pasillo con la bata esa de papel, por más de cinco horas.
- Fueron cinco minutos.- Comenzaba a notarse el aumento de cólera. Continuó como si no le hubiera escuchado.
- Pero bueno, luego me dieron una habitación para mi sola.
- Porque no les quedó más remedio, después de tanta queja…
- Y me trajeron un muslito de pollo con sus patatas, más rico… todo y que para mantener ¡mi figura!
- Pues no decías lo mismo allí.
- Pues no se que dices Manolo,  porque ya podías haberme hecho más caso que te fuiste a comer y si me descuido todavía te estoy esperando en la puerta del hospital con el alta en la mano. Anda súbete a ver el perico que tiene que andar falto de agua.- Manolo iba a abrir la boca para protestar pero con aquella mirada, era prácticamente imposible no irse de allí.

Lo cierto es que solo había estado una mañana en el hospital, pero por lo visto le daba para mucho. Encarni siguió relatando sus peripecias por el hospital y mis adoras vecinas tuvieron que aguantarla hasta bien entrada la tarde, fue entonces cuando con un: " bueno chicas ya veo me he habéis echado de menos, ains... si es que esta calle no es la misma sin mi ¿verdad?" que se despidió de ellas.

Y mientras eso pasaba, Pepi desde la terrazas que lo observaba todo, las grito:

- Bueno ¿qué? no la habéis sacado nada ¿verdad?, si ya os lo dije que os iba a soltar toda la charla y de la noticia nada de nada.
- Tiempo al tiempo, Pepi, tiempo al tiempo...

Soltó la Gaceta mientras se recolocaba las gafas y desenvolvía con una habilidad asombrosa el periódico de la semana.

martes, 14 de octubre de 2014




Todas las mañanas cuando voy a trabajar tengo que enfrentarme a una marabunta de zombis, que se disputan el primer puesto en el escalón de la escalera mecánica.

Hay prisa por bajar, por salir de allí, por pisar el suelo del segundo piso. Algunos se dejan llevar por las escaleras, otros impacientes bajan uno a uno los escalones. Yo soy de las primeras, sobre todo desde que mi rodilla dejó de ser la que era, pero no crear que es una ventaja, puedes observar de todo.

Esta misma mañana vi a una señora con un bolso enorme que iba pegando a todo el mundo con él, como no… y con una bolsa de papel en la mano, ni que decir que era inmensa… (todavía no entenderé porque en el metro todo es enorme…) pero he aquí la señora que llevaba un churro de moño lleno de confeti. Si, si habéis leído bien confeti. Juro que me cercioré, que parpadee muchas veces, pero allí estaban aquellos puntitos de papel finos que se meten hasta en el… bueno pues esos.  

 Todavía me pregunto cómo es que llegaron allí, pero a las 7.30 mañana solo hay dos posibles explicaciones: o la señora tuvo una noche de "confeti" y no se acordó de pasarse antes por la ducha… o salió de la fiesta y se fué directa al trabajo, cosa que no veo porque entradita en años estaba. En fin, estas cosas solo se ven en el metro, te lo digo yo… ¡solo ahí!



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