viernes, 14 de noviembre de 2014

En casa tenemos una palabra secreta, pero como esto es escrito puedo decírtelo sin problemas, es Veterinario. Sip, Manolito le tiene pánico a esas señoras con bata, y no me extraña yo también lo tendría...

Esta semana le tocaba vacuna. Por suerte solo pisa la clínica dos veces al año pero son suficientes para montar un circo de mucho cuidado. Lo primero esconderse, eso de que aparezca la jaula porque sí sin previos movimientos de maletas, huele mal. Así que lo mejor es andar con sigilo y esconderse en cualquier lugar. Por ejemplo, debajo de la mesa. Aunque de poco le sirve porque sabe que es inevitable.

El momento de entrar en la jaula es el más complicado, porque hace fuerza con las patas delanteras, luego con las traseras, después te pone el rabo en la cara...es un pulso a haber quién gana. Al final termina en la clínica gruñendo como un perro, asustando a media clientela, acojonando a la enfermera, con una manta por encima y un pequeño pinchazo de na.

Pero lo cierto es que lo pasa mal, muy mal. El pobre acaba agotado de los nervios, el estrés y el miedo. Después de una visita al veterinario no tenemos gato hasta pasado dos días y para colmo se enfada con nosotros, ¡pero si es por su bieeennnn!


jueves, 13 de noviembre de 2014

 
Adoro los días festivos. Me encanta repanchigarme en el sofá arropada con mi manta de borreguillo y disfrutando de unas palomitas recién hechas. Mmmm.... realmente es un momento adorable, hasta que suena el teléfono. Pero bueno hay conversaciones y conversaciones...

- ¡Abuelo! ¿Qué tal? ¿Cómo estás?
- Bien aquí ando pelando castañas, pero no son muy buenas.
- Me guardarás algunas ¿no?
- ¡Claro! Crudas, como a tí te gustan.
- ¡Que bien! ¿y abuela?
- Pues aquí anda con la aguja, que ya la he dicho que se va ha dejar los ojos. Bueno yo te llamaba para saber de ti y porque tu abuela quiere preguntarte algo.
- ¡Ahh! pues ya ves aquí estoy viendo una peli ¿y qué me quiere preguntar abuela?
- Pues no sé, te la paso y que te diga ella. Un abrazo preciosa.
- Otro enorme para tí.

Se escucha silencio, me imagino que el teléfono vuela de unas manos a otras.

- ¡Nietaaaa! ¿Qué pasa en esa calle?
- ¿Cómo? ¿en la calle? pasar lo que se dice pasar, pasa de todo...
- Si pero a Encarni.
- ¿A Encarni? Abuela explícate que no me entero de na...
- Pues que ayer me llamó la Merche para pedirme consejo para unos geranios y ya me contó que se casa Encarni la semana que viene, pero y que estaba muy cabreada porque también se casaba...
- ¿Abuela?
- (...)
- ¿Me oyes?
- (...)

Se cortó...Esto ya era el colmo, sabía que en la temporada que mis abuelos pasaron conmigo, habían hecho buenas migas con mis vecinos e incluso se intercambiaron los teléfonos, pero nunca pensé que seguían socializando con ellos.

Esta calle no tiene límites, siempre pensé que lo que ocurriera en la calle se quedaba en la calle, pero me equivoqué. Para la calle San Luis no hay fronteras... eso sí, ¿quién se casaba a parte de Encarni?


miércoles, 12 de noviembre de 2014



Mi primera recomendación como no podía ser de otro modo es la serie protagonizada por Víctor Ros. Tranquilos no es de esas que si no lees el primer libro ya no sabes por dónde vas (aborrezco estas sagas, están pensadas para vender, no para hacer disfrutar del libro…). Y digo la primera porque está puesto en el primer puesto de mi ranking de lecturas, incluso ha superado a los de Carlos Ruiz Zafón y mira que soy bastante Zafonista.

Lo descubrí por casualidad un día que fui buscando un libro a la biblioteca. Al llegar allí resulto que aquel libro no estaba y el hombrecillo encargado del sitio, me recomendó esta joya.

He de decir que al principio me quedé con cara de póker porque pensé que era una novelita juvenil, aun así decidí pillarlo, no le iba a dejar al hombre mal. Sin embargo me equivoque y reconozco que le agradeceré toda la vida que me abriera las puertas del paraíso,  porque me he convertido en una Tristante en toda regla. No leo libros de este autor los devoro y me saben a tan poco…

Bien al libro… El Misterio de la Casa Aranda es el inicio de la historia, con el entenderemos como y porque ha llegado Víctor Ros a donde está, dicho de otro modo es el principio de la vida de un pequeño detective. Creceremos con él y nos enseñará el Madrid del s. XIX mientras resuelve no uno, sino dos casos. Uno de ellos en la Casa de los Aranda... ¿Qué habrá ocurrído?

Víctor Ros es un personaje entrañable que te va ganando poco a poco, es un poco como Sherlock Homes buscando pistas que uno ni ve hasta dar con el culpable... El caso es que leer estos libros es como tener la sensación de ir de la manita de los personajes y sentirte un poco Watson. Vamos, tener la solución delante de tus narices y nos saber cómo se revuelve hasta el final y eso querido amigo es lo que me gusta a mí.

Os he dicho al principio que es una serie así que he de deciros que actualmente hay 3 libros más sucesores de este: El caso de la viuda negra, El enigma de la calle Calabria y la Última noche de Víctor Ros (¡ah! y un 5º que está en proceso de elaboración y que estoy deseando que salga...) Personalmente me gustan todos, pero si tuviera que decantarme por alguno sería por el primero y el Enigma de la calle Calabria. Tiene un final apoteósico…

He de decir que los he recomendado muchas veces, y que a la gente les ha encantado, pero también mi deber es advertirte de que el universo Víctor Ros engancha y si no tiempo al tiempo ;)

Finalmente he de desvelaros un secreto y es que en esta biblioteca habitan unos monstruitos que darán la valoración de los libros y que en este caso para los cuatro libros es: 

Hasta el próximo miércoles amigos lectores!!


PD: Pronto se emitirá la serie de Víctor Ros en TVE, estará basada en los libros aunque supongo que luego habrá más historias,  así que tan solo tienes 2 meses para ponerte al día ¡Corre, que el tiempo vuela!


martes, 11 de noviembre de 2014


He estado fastidiada con una pierna, he tenido que ir coja, con miedo y mucho tiento para no hacerme más daño. Cuando estaba de pie me apoyaba en la pierna buena para que no me fallara la mala y aún así iba a trabajar para cumplir con mi obligación. Por suerte muchas veces conseguía sitio y no tenía que estar mucho tiempo de pie. Pero fíjate que una de esas veces que conseguí sitio, me pasó una cosa bastante mosqueante...

Tenía sentado a mi lado un chico que rondaría los treinta y muchos años y  justo en frente de él se colocó una pareja de ancianos que acababan de subir, yo iba leyendo así que me di cuenta tarde de que estaban allí:

- Siéntense, siéntense...
- No joven, no se preocupe si nos bajamos pronto...
-No hombre, siéntese si a mí no me cuesta nada.
- Gracias majo.
- De nada hombre, de todas formas díganlo que hay sitios reservados para ustedes, porque si no, no les van a ceder el sitio. No ven que hay gente que incluso hacen con que no les han visto... Somos muy mal educados en este país, es de vergüenza. Ya le pueden estar viendo a uno realmente mal que no se levantan ni por asomo. ¡Es el colmo de la mala educación!.

Dos paradas más allá la pareja se bajó y él se volvió a sentar a mi lado. Entonces llegó mi turno, cerré mi libro de golpe, me levanté despacito cuando el tren hubo parado en mi estación  y cojeando salí por la otra puerta.

Si cojeaba, y si lo exageré mucho más,  porque me dio mucha rabia que tíos como ese que se pensaron el hecho de cederle el sitio, (porque sí él se lo pensó antes de levantarse...) encima te intenten dar lecciones de educación, te señalen con el dedo cuando no saben cuáles son tus circunstancias personales. ¡¡¡Eso si es el colmo de la mala educación!!

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