viernes, 28 de noviembre de 2014

Cuando era pequeña me encantaba jugar con cajas de cartón. Romperlas, reestructurarlas y crear una mini casa o un mini coche, que solo existía en mi imaginación.

A Lito le hubiera  encantado vivir en aquella época. Corretear por debajo, por arriba de ellas, romperlas con sus grandes zarpas, pero no ha podido ser. Nació mucho después y ahora una no está para esos trotes, así que se ha tenido que conformar con una caja de zapatos que ha salido de la reorganización del armario.

La verdad es que el tío no se lo ha pensado mucho, ha hecho de ella un segundo cesto, pequeño, frio pero de cartón que es lo que a él le gusta. Supongo que saldrá pronto de ahí porque después de más de cinco horas se le va a quedar un cuerpo... 





jueves, 27 de noviembre de 2014
Ya no había peligro de salir ardiendo, eso si la cocina había quedado como una trinchera en medio de un fuego cruzado. Del bollo no había quedado nada más que dos grandes trozos de carbón que se aguantaban con un suspiro y que miraba con lagrimillas en los ojos.

Mi plan había salido bien, a medias. Había conseguido pasar la barrera de Pepi y averiguar quienes serían los próximos en casarse, pero a cambio tenía la casa llena de humo y con un intenso olor a chamusquina.


Fui cerrando las puertas de las habitaciones, aunque a esas alturas ya era algo inútil, abriendo ventanas y la puerta de la terraza, pero para cuando llegue a ella, vi asomarse algo negro por el borde de la pared. De la impresión casi me desmayo, aunque perderse la entrada triunfar de un bombero por tu terraza, no era algo que entrara en mis planes.  Así que como si de un superhéroe se tratase, observaba con incredulidad cada movimiento, como si en vez de ojos tuviera dos lentes de una cámara superlenta.  Y ante mi sorpresa, le vi pasar las dos piernas, poner los pies en el suelo y para cuando me quise dar cuenta, estaba delante de mí levantándose la parte del casco que le cubría la cara.

- ¿Está usted bien?
- Eh… esto…. Si, si solo que… bueno se me ha quemado un bollo.- agache la cabeza como si con aquello pudriera cubrir el bochorno que estaba pasando. - Todo aquello por una simple tontería.
- ¡Ah! Bueno no pasa nada tranquila, pero estás bien ¿no hay fuego?
- Si estoy bien. No, ya he apagado el horno y abierto todas las ventanas.
- Bien, entonces no tenemos nada más que hacer. Tardará un rato en despejarse esta nube, procure salir a la calle o a la terraza y respire aire fresco. Me alegro que no haya sido nada. Si no le importa salgo por la puerta, es más cómodo.- me guiñó el ojo.
- No, claro…. sin problemas… yo… yo voy a la terraza….¡Gracias!

Me quedé pasmada sujetando el marco de la puerta, no sé que me pasó. No era apuesto, no estaba musculoso, casi te diría que parecía esmirriado… era muy alto y me pareció ver que hasta tenía unas enormes orejas… No era el prototipo ideal de bombero, eso si el culo bien puesto.

- ¿De verdad se encuentra bien?
- ¿Quién? ¿yo?...si, si, si. Gracias por todo…
- De nada.

Se giró y desapareció escaleras abajo perseguido por el humo que salía de mi casa. ¡Ains! me quedaría sujetando esta puerta todo el día, claro que este comparado con Gabi se queda corto...
miércoles, 26 de noviembre de 2014



Hay libros que esconden historias simples. Tanto como llegan, se ven, se casan y tienen hijos, ale a comer perdices. Pero a veces esas historias son más complejas de lo que se ve a primera vista. Y lo son porque esconden profundidad en las palabras, profundidad que solo se ve en los hilos ocultos del tejido. No tranquilos, no hablo de desgrapar el libro, digo de saborear cada párrafo, cada página y de descubrir que hay detrás de cada una de las palabras. 
Este libro es uno de esos que esconden una historia simple. Tan simple, que tiene un no sé qué que hasta que no la lees al completo y te paras a pensarla, no lo descubres. Siempre he dicho que en este caso  es una novela que puedes amar u odiar, depende con que ojos la leas. 

Yo me enamoré de la Señorita Prim, aunque a veces también la daría un sopapo ¡eh! de su amado hombre de la biblioteca y de las cotillas del pueblo, que me dieron muchas frases y párrafos brillantes en sus conversaciones bajo la tetera.

  Al principio también estaba perdida porque no sabía en qué época se desarrolla la historia pero luego te da igual, porque sabes que es un pueblo a típico, en una época a típica… También te digo que no me importaría vivir en un pueblo como ese, ¿será porque necesito la modernidad, pero tengo alma de antigua? no sé pero podría existir. Me lo imagine como un pueblecito al pie de las montañas, con todo verde, con las casas de piedras, con poco ruido, con mucha calma… como uno de esos pueblecitos que hay perdidos en Asturias.

Si te animas a leerla, solo te pido que abras tus ojos, tu mente, que te fijes en las conversaciones entre los personajes… no es que vaya a suceder algo extraordinario, no, seguramente pasará justo lo que piensas, es solo que ahí es  donde descubres el despertar de la Señorita Prim ;)

¿Críticos?¡¡Ahh!! Ahí estáis. Creo que les hemos hecho un poco de lio a los lectores, que os parece si les dais vuestro veredicto y que sean ellos los que tengan la última palabra:
 
¡Fabuloso!, parece que es recomendable. 

Lo dicho, si lo lees o lo has leído ¡cuéntanos que tal fue!



¡Hasta el miércoles!


martes, 25 de noviembre de 2014




Tengo una duda. Según los libros de geografía China está muy lejos, ¿pero cuanto de lejos? ¿Lo suficiente como para que la tecnología no pueda soportarlo y tenga que utilizar altavoces para minimizar el espacio entre un país y otro? No sé… quizás el hombre que hay en frente no escuche bien,  o sea el otro… En cualquier caso esté a la distancia que esté el susodicho, el hombre de alado está echando unos Cristos…
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