viernes, 17 de abril de 2015



El otro día que fuimos a comprar trajimos unas acelgas fresquitas, fresquitas y aquí el amigo gatuno se puso como loco. 

Se subía en el taburete de la cocina, alargaba su patita y te tocaba la mano como diciendo “anda dame…” y como su paciencia no es infinita (no al menos en este caso)  insistió,  insistió hasta que vio que se nos había caído alguna hojilla al suelo. 

Así que feliz se revolcó por todo el suelo de la cocina, la mordisqueó y la hizo cachitos hasta que se hartó. Dejó la cocina… que parecía que había crecido musgo por todos lados y como no la tonta de turno tuvo que recoger su trastada. ¡Cualquier día le enseño a barrer!
jueves, 16 de abril de 2015



Tras una semana de apagar nervios en casa de mis padres, regreso a casa con los míos propios. Porque sí, la pesadilla termino bien para todos incluso para Luis, que explico que tenía la escopeta con licencia de caza, quién lo iba a imaginar… y que los sacos eran para reformar el suelo del baño que se le había hundido todo, pero sobre todo terminó bien para mí que fue con un sí quiero. No,  pero tranquilos que tan solo fue un “si quiero un café”.

Y aquí estoy esperando que llegue la hora indicada y todavía no he pensando el modelito que me voy a poner eso sí me he dedicado toda la mañana a la puesta a punto:  depilación por aquí, depilación por allá… ¿y para qué? ¡Si solo voy a tomar un café!  

He mirado el reloj lo menos unas seiscientas veces y la verdad creo que está parado porque la aguja parece no avanzar…. Así que con el armario de par en par, empiezo a sacar ropa y a hacer conjuntos encima de la cama… ¿qué tal una falda con estampados de topitos azul y una camisa blanca? …no, me hace demasiado gorda, esta es muy corta, ¿y este vestido? No, se me ha quedado corto, con falda larga igual me tropiezo, ¡joder! Y este pantalón no me abrocha…. Uff que sudores ya me puedo volver a duchar…  Miro el reloj he quedado a las seis y son las cuatro y media… va una ducha rápida.

Y así paso, que entre la ducha, las cremas, el desodorante, el peinarse… me dieron los cinco y media ¡y sin vestir!. Al final opte por ponerme el primer pantalón vaquero que pille, que en el fondo me apretaba un poco, un tacón fino y una camisa holgada para disimular los molletes.  La casa se quedó patas arriba pero para eso había tiempo después, ya iba a llegar tarde así que eché la llave y salí corriendo. 

Cuando ya iba a doblar la esquina, Merche salía del quiosco del Chema
- Chis, Chis… Muchacha, para un poco que las prisas no son buenas.
    - Lo siento Merche, me están esperando.
       -  Ya, ya pero quilla que te pareses a los payasos de la tele.- me paré en seco.
- ¿Cómo?
- Mujer que llevas una pata del pantalón encogía con la media… además creo que no son del mismo coló ¿no?

Cierto, me había puesto las medias tan deprisa que con tanto correr pillé las primeras que había en el cajón y me puse una de color carne y una negra, vamos un desastre.
- Esto… bueno no pasa nada.-  como eran medias calcetín me quité y las guardé en el bolso.- ¡gracias Merche!
- Pero quilla en el bol…

Salí corriendo hacia el café donde habíamos quedado,  así que no llegué a escuchar lo que me dijo,  pero qué más da con un poco de suerte solo llegaría unos diez minutos tarde. 

miércoles, 15 de abril de 2015


Hoy quiero contaros sobre un libro que de casualidad escuché en un programa de radio y que el título me llamó mucho la atención: Cartas a Palacio. 

Con el título uno presupone que es una novela romanticona cuya trama se desarrolla en el palacio y que de seguro hay cameos y amantes de por medio. Pero he de decir que es una presunción completamente equivocada y que queda muy lejos de lo que realmente es. 

Cartas a Palacio es una novela histórica ambientada en el Madrid de principios del siglo XX cuando el resto de Europa está en plena Primera Guerra Mundial. Normalmente no hay libros que hablen de este periodo en España y por eso ya es interesante, pero además he de añadir que la trama de la novela nos desvela el empeño que realizó, en contra de algunos sectores, Alfonso XIII por permanecer neutral a la guerra. Claro, que el que España no participara en la guerra no quiso decir que de algún modo no tuviera un papel importante en ella y fue de manera humanitaria. 

Gracias a la llegada de una carta en la que solicitaba información de un pariente desparecido en la guerra, Alfonso XIII puso en marcha con fondos propios La Oficina pro-cautivos,  de este modo la neutralidad del país no se vio afectada y pudo ayudar a más de  136.000 prisioneros, a 70.000 civiles y 21.000 soldados entre otros. Este es un hecho que constituye la trama central de la novela y que desde luego es un tema olvidado en nuestra historia. ¡Ains! si hubiera sido otro país otro gallo cantaría. 

Pero por suerte Jorge Díaz autor de la novela, se interesó por ello y nos lo hace llegar en un formato de 550 páginas. Si, gordito pero se lee fácil y rápido, además está muy bien ambientada con escenarios fáciles de reconocer. He de añadir que algo que me gusta mucho y es que no utiliza descripciones minuciosas, deja que nosotros los lectores dejemos volar la imaginación. La historia está bien hilada, los protagonistas se verán envueltos en una serie de sucesos personales que les llevará hasta la Oficina Pro-Cautivos y así nos cuentan que se cuece en ella. 

Solo tengo buenas palabras para esta novela, porque me ha acercado a una parte histórica que no sabía que existía y encima lo ha hecho de una manera entretenida y eso, amigos, se agradece. A veces la historia como tal puede ser un poco densa ;)

 Bueno, bueno, estamos que lo tiramos últimamente tenemos muchos impresionantes ¡Qué bien! 

¡Hasta el miércoles! 


martes, 14 de abril de 2015


Creo que hoy me tocó el novato, el conductor primerizo... le ha costado arrancar en cada parada de metro, y para colmo había una señora con la maravillosa costumbre de mascar chicle con la boca abierta ¡Ohhh! esa sana costumbre que a mí personalmente...¡me saca de quicio! Ese ñiñiñi no lo soporto,  me pone muy nerviosa y encima la tía se pone a hablar por teléfono a contarle a todo el mundo, entremezclado con ese incansable movimiento de mandíbula, que se ha pillado un atascazo y que el metro va muy parado.
¡¡AAAahhhhh!! Casi la arreo un empujón para sacarla fuera del metro y para ¡que se tragara el chicle!, que gente más irrespetuosa... hoy me quedé sin lectura :(
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