viernes, 6 de noviembre de 2015


 
Cuanta  felicidad produce ese momento en el que vas por las tiendas surcando pasillos, revolviendo perchas y encontrando esa prenda deseada desde tiempos inmemoriales,  aún sin saber que ese era tu deseo. ¡Ahh! las compras… que importantes son para las mujeres y para los gatos. 

Sí, porque en este caso Manolo se vuelve loco cada vez que entramos en casa con bolsas. Si son de la compra del super sabe que le puede caer premio (la comida, las chuches o qué demonios hasta la arena le hace ilusión) pero  si son de ropa, se conforma con muy poco… ¡solo con la bolsa! Entonces te mira con ojillos para que saques todo lo que traías y se la des para que juegue con ella o se haga la rosca. 

Y ahí le veis  en la foto que le hice a las 8 de la tarde, estaba segura que después de todo el día enroscado iba a salir de color azul pero debe ser que la bolsa era buena. Eso sí se tuvo que estirar tres veces, no sé cómo se puedo mover el esqueleto el tío y es que cuando coge las cosas con ganas no las suelta! ;)
jueves, 5 de noviembre de 2015



Las voces llegaban a través de la ventana, creo que nunca había escuchado a nadie gritar tanto en la calle. Parecía algo gordo así que me fui a  asomar a la terraza cuando sonó el timbre.

Al otro lado de la mirilla estaba mi madre impaciente porque la abriera. Llegaba toda sofocada haciendo aspavientos con las manos. 

-¿Mamá que ocurre? ¿Es papá? No ¿el gato? Tampoco ¿Entonces porque vienes así?
-¡Ay déjame que coja aire ¿no?!- respiró hondo.- es que no sabes la que hay liada en el quiosco del Chema.
- ¡Ah es eso! Menos mal, que susto me has dado. Anda pasa no te quedes ahí, si yo pensaba llamarte quería contarte algo.
-Bueno pues dime.- me dijo sentándose en el sofá y poniendo el abrigo en el brazo del mismo.
-Luego te digo. Pero dime, ¿qué es lo que le pasa a Chema?
- No a Chema no, a María. Parece ser que fue a comprar el periódico como siempre y el otro le ha dicho que no tiene, pero claro María ha visto que los ha escondido detrás del mostrador cuando llegaba a la tienda y como no se ha puesto como una energúmena. Gritando que porque hace eso, que le ha visto, que es un mal educado y muchas cosas más. Bueno ya la oyes que sigue ahí.
- Si ya pero… ¿porque Chema haría una cosa así?
-Muy fácil porque está liado con la Pepi.
- Ósea que toda la movida esta es porque Pepi está en el ajo.
-¡Anda pues claro! Ay hija que a veces pareces un poco tonta eh…

En fin, ahí queda eso…   


Ultimamente me he pasado a los clásicos como habéis podido comprobar y no ha sido por cosas del azar, sino simplemente por pura consecuencia de leer el segundo libro de Santiago Posteguillo: La Sangre de los Libros.

Al igual que el primero, este libro nos narra en cada capítulo pequeñas historias en la que nos cuenta las curiosidades (muertes sin resolver,  manuscritos que desaparecen, amores indebidos, duelos a muerte… ) de los autores más conocidos de la literatura. Por citar algunos: Quevedo, Víctor Hugo, Poe, Bécquer, Agatha Christie…

Lo mejor es que cada historia es narrada como una pequeña novela, independiente con un principio y un final, y nunca se nos devela quién es el autor hasta el final del capítulo. Juega en este sentido con el lector a ver si podemos adivinar de quién estamos hablando. Ya os digo yo que nunca lo adivino… ¬.¬ 

Es un libro adecuado para leerlo a ratitos, vamos para cuando uno no tiene demasiado tiempo ;). Aunque es un género que no suele ser muy atractivo,  la forma de contarlo, el contenido lleno de cotilleos y curiosidades es lo que le hace ser entretenido y ágil de leer. Hasta te diría que no me sorprendería que te picases y al final terminases por leerte todo de un tirón.
Si a mí también me lo parece fíjate, tiene muchas cualidades por ejemplo que los capítulos están ordenados cronológicamente lo que te sitúa en un espacio de tiempo, vamos que es un libro cuidado con mimo y eso se ve con leerlo.  


martes, 3 de noviembre de 2015


A mí me gustaría que alguien más listo que yo me explicarse como puede ser que teniendo prisa,  llegando tarde a un sitio,  al final el metro vuele y llegues con más que tiempo de sobra. Y por el contrario, que cuando más calmado anda uno porque le sobra los minutos al final ande rogando al reloj que no corra… Misterios del metro.
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